"Todos, alguna vez, fuimos amores pasajeros de trenes que no iban a ningún lado". Joaquín Sabina

17.06.2017

Porque hay trenes que cogemos sin conocer sus paradas, porque otros nos llevan a destinos desconocidos, algunos ni siquiera tienen destino, los que menos nunca paran... Sea como fuere, la vida es eso, subirse y bajarse cuántas veces sea necesario para llegar a algún sitio, incluso cuando ese lugar es ningún lugar.

Un día te ves en una estación esperando un tren que ni siquiera sabes si cogerás, a veces incluso te "obligas" a subirte, otras crees que te subes porque no hay tren mejor en el que viajar, incluso muchas veces ni eres consciente de haber pasado por la estación cuando de repente te ves viajando a un maravilloso ningún lugar.
Pero, ¿qué más da? Si esta vida está llena de relatividades, ¿qué más da vivir una mentira o una verdad si mientras la vives es real?

Esta pregunta en un principio parece fácil de contestar, pero en el fondo no lo es tanto. Si es mentira, ¿lo sabes? A veces sí pero cuando queremos sabemos mentirnos mejor a nosotros mismos de lo que puede llegar a hacerlo un extraño.

Pocas veces importa si eres pasajero o permanecerás por siempre en ese tren, pero lo que si sabes es que mientras estás debes vivir cada momento como si fuese el último. Vivir el presente está entre las cosas más complicadas de nuestros propósitos y pensamos tanto en el futuro que nunca dejamos que se haga presente.

Porque en ocasiones nos enamoramos del amor y, aún sabiéndolo, queremos hacerlo. Queremos sentir lo que se siente sintiendo, a pesar de que en un futuro duela recordarlo.

De un modo u otro, cada tren es un vagón de ilusiones que nos desplaza a otro lugar, ya no hay retorno. Has recorrido un camino que te ha llevado a un punto, que sea mejor o peor, ya no es el mismo en el que estabas antes. Has cambiado de estación y solo tú puedes decidir cuándo volver a subir al tren o si es que no quieres volver a hacerlo.

Cuando acaba un viaje todos tendemos a hacer retrospectiva o añoranza de cómo fue el recorrido, pero pocas veces nos paramos a pensar lo bonito que fue hacerlo. Un viaje que acaba es "solo" eso, un pasado que fue como fue, no como queramos hacerlo en el presente. Un pasado que definirá de un modo u otro un futuro. Un tren que continuará por otras vías. Mientras, yo elijo subirme a la vida y que me lleve de pasajera a ningún lugar, porque no necesito saber a dónde voy, solo necesito vivir cada momento del camino, de mi camino.

¿Qué más da si somos pasajeros si mientras viajamos estamos donde queremos estar? ¿Cómo sabes cuando dejas de ser pasajero? ¿Cómo sabes si nunca dejarás de serlo? Lo difícil, casi siempre, es saber cuándo toca bajar.


¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar